Mar embravecido que rompes tus fuertes olas contra las piedras, dividiéndote en millones de fragmentos esparces la espuma por toda la roca, y la rodeas con tu agua haciéndole notar tu presencia dominante, liberándola segundos después, como pequeñas advertencias de tu gran poder, podrías opacarla, hundirla o deshacerla, pero no lo haces, observas, esperas.
Mar infinito con un poder más grande que tú mismo. Tan grande tu, tan pequeño yo. Pudiéndome perder en tu inmenso poder, te contemplo asombrada, consternada, apasionada, pensando que tu enojo no ha sido el más grande, tan solo son advertencias.
Y nosotros siempre tan egocéntricos creyéndonos dueños de ti, y tú, ahí apaciguado, observándonos, probándonos.
Yo tan pequeña y tu tan grande que en cualquier momento, así como a esta roca, lo consumes todo.
